El viaje

Rwanda es un país lleno de paisajes preciosos, de personas que abren las puertas de su casa y de su corazón, de niños que contagian su alegría en el momento que ponen un pie dentro de la escuela y de caminos llenos de vida, tanta vida que cuando los recorres es difícil pestañear.

Nuestro viaje hace un mes todavía no había terminado, pero es que ahora tampoco, porque no nos hemos ido para siempre, no queremos una despedida final porque para nosotros (mi team Rwanda) no se cierra nada si no todo lo contrario, se abre un camino por el que avanzar. 

Ha sido un mes cargado de intensas emociones, de conocer, de abrazos, de miradas, de sonrisas, de canciones, de bailes, de bienvenidas y despedidas, de contrastes, de cambios, de ver cosas que nos gustan y otras muchas que todavía no entendemos ,de ver cómo el pozo de agua ha transformado la vida de muchas personas, de una inauguración de la escuela que me llenó de ilusión por ver que un futuro mejor está cerca gracias a la educación que esos niños recibirán allí, de momentos compartidos con las hermanas en cada casa, de pensar, de emocionarme, de aprender mucho y de llenar mi corazón de nombres.

Gracias a la labor y al buen hacer de las hermanas y de Karit porque a veces lo que parece imposible, se puede transformar, y hacerse una realidad posible para todos.

No es un adiós, es un hasta pronto.          No nos hemos ido, nuestra cabeza y nuestro corazón también están allí. 

Rwanda, agosto 2018 = impano (🎁)

 

Siempre y…¡hasta pronto!

Hace casi un mes de nuestra vuelta y todavía tengo la cabeza allí. No hemos aterrizado por completo quizá porque esta experiencia te cambia y haces que quieras más y más. Aprendes más de lo que enseñas, vuelves con la mochila llena de recuerdos, de detalles, de cosas que no entiendes, de miles de por qué  que te haces, de anécdotas que nunca podrás olvidar: con los niños, con la hermanas, con la gente nueva que conoces…

Hemos estado un mes donde hemos visto una realidad, un país lleno de contrastes.

Hemos sido una pequeña gota en este gran océano que es el mundo.

Hemos sido los ojos para todos los que nos acompañan desde España, porque no hemos venido solos

Hemos sido mente y corazón, en los momentos más difíciles de frustración.

Hemos estado y nos hemos quedado.

<<Hay vivencias, oportunidades y relaciones por las que uno no debería dejar de dar gracias. Para no darlas por supuesto… >> gracias a las hermanas, porque como dije, sois el verdadero espíritu carmelita, sencillas, llenas de vida, todoterreno. Nos habéis abierto vuestra comunidad para sentirnos como en casa. GRACIAS en mayúsculas a Rwanda Team,

Me quedo con lo bueno y lo mejor: las miradas cómplices, la sonrisas y el cariño.

Queda mucho por recorrer y muchas cosas por conseguir, pero buhoro buhoro…

todo se consigue

Es el momento de decir adiós, no es un adiós definitivo. Las despedidas nos me gustan, dejan un sabor agridulce así que mejor lo dejamos en ¡hasta pronto!

Marta Molina Pujalte
Amahoro

Seguimos sumando…

El 28 de agosto llegamos de Rwanda, un país que ha conseguido llenar nuestras maletas de nombres y nuestros corazones de momentos inolvidables. Gracias Rwanda por hacerme comprobar que con poco… MUCHO.

Durante este mes he tenido la oportunidad de escuchar, reír, bailar, jugar…conocer costumbres, culturas, paisajes, personas… compartir momentos.

 

La semana pasada se realizó la primera actividad solidaria para continuar con la construcción de la segunda fase de la escuela de Busogo, escuela que inauguramos el pasado mes de agosto. Durante la carrera solidaria recordamos la alegría de las Hermanas, familias, autoridades, constructora, arquitectos, trabajadores de la obra… y, sobre todo a los grandes protagonistas de la escuela… los niños. Unos niños que nos han regalado momentos inolvidables, sonrisas eternas y miradas llenas de amor.

Es bonito saber que a pesar de la distancia seguimos conectados, seguimos aprendiendo y enseñando, ayudando y siendo ayudados… El viaje solo acaba de empezar.

Empieza el viaje

Nuestro viaje acaba de empezar, y esta vez no hemos tenido que coger un avión 10 horas. Nuestro viaje acaba de empezar aquí, en nuestro pueblo, en nuestro lugar de trabajo, en nuestra familia.

A la vuelta de nuestra andadura por Rwanda hemos traído una maleta llena de emociones, alegrías, anécdotas, nombres de personas y grandes amistades.

Ahora es el momento de abrir esa maleta y compartir esas cosas con la gente de aquí.

Eso es parte de nuestro voluntariado, el transmitir aquí lo vivido allí. Visibilizar a todas esas personas, hablar y sensibilizar sobre los proyectos al desarrollo que se realizan en Ruanda.

Una de las primeras actividades de este nuevo viaje ha sido  preparar una carrera solidaria, donde cada paso que dábamos pensábamos en la construcción de la escuela de Busogo. Continuaremos haciendo un torneo de pádel y así poco a poco llenaremos nuestro calendario de actividades, charlas y coloquios para motivar a la gente a que participe… Para que un poco de cada uno, sea un mucho.

 

Empoderamiento de la mujer.

 

El año pasado cuando fui a Rwanda conocí a Providence, una chica que quería emprender su andadura en la costura y buscar así un medio de vida.

Gracias a la colaboración de un particular se compró una máquina de coser y empezó a tomar clases.

Este año cuando llegamos le hicimos un pedido de artesanía para luego tener aquí en nuestros puestos de información de Karit.

Ese pedido de artesanía ha sido para ella una satisfacción personal y un empujón que le va a permitir poder seguir estudiando y especializándose en la costura.

Este microproyecto de artesanía tiene visión de futuro pues con el tiempo, se podría crear una cooperativa de mujeres.

Cada vez que íbamos a su casa nos sentíamos como en la nuestra. Era todo una alegría el encontrarnos y compartir momentos. En ese compartir también tuvimos tiempo para hablar y trasmitir unas nociones de economía básica. Hicimos una hoja de Excel para que registrase los costes de las materias primas y producto final.

Con estos proyectos hablamos de empoderar a la mujer en entornos vulnerables. Y eso, cambia vidas, sin duda.»

Experiencia de voluntariado en Rwanda 2018

 

Llegamos a España el 28 de agosto, ya han pasado más de 2 semanas pero las imágenes y recuerdos continúan recordándonos los momentos vividos en Rwanda y sacarnos una sonrisa cuando nadie nos ve.

Ha durado 1 mes, el cual ha estado repleto de, juegos, bailes, llantos, risas, decepciones, alegrías, satisfacciones, momentos, lugares, personas… Hemos pasado por varias zonas del país, Kigali, Rilima, Busogo y Butare, hemos disfrutado de sus paisajes y nos hemos empapado de su cultura y costumbres. Pero, si me llevo algo de Rwanda, es el tiempo vivido con esos niños y niñas con los que hemos compartido momentos increíbles, que van contentos a la escuela con ganas de aprender, se alegran con muy poco y te regalan sonrisas en todo momento.

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En este viaje, hemos aprendido muchas cosas, a adaptarnos a cualquier situación, a ser mejores personas, a escuchar, a disfrutar del momento, pero, sobre todo a valorar mucho más las pequeñas cosas que tenemos diariamente.

Ahora es el momento de seguir trabajando, porque esto no termina cuando llegamos a España sino que acaba de empezar.

Me fui de Rwanda dejando un trozo de mí allí, pero no es un adiós, sino un hasta pronto.

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Gracias

Los días en Rwanda fueron días especiales para dar gracias…

Ahora a la vuelta, esa sensación sigue presente. Ha sido una gran experiencia. Una suerte poder vivirla con un gran equipo… grandes compañeros/as de viaje que han dado lo mejor de sí cada día. Una suerte poder compartir con las comunidades de HHCC en Rwanda, y disfrutar de cada conversación, cada compartir… muchos momentos para recordar… Una suerte poder ver la evolución de los proyectos, ver cómo transforman realidades, como se está creciendo… cómo las personas se sienten agradecidas y felices por tener agua, por la oportunidad que supone una nueva escuela, por la posibilidad de nuevos proyectos… Una suerte haber podido disfrutar de este mes en este precioso país que es Rwanda… En esos «caminos que laten» llenos de vida, llenos de personas caminando y en búsqueda…

Muchas preguntas llevábamos y muchas nos trajimos. Pero creo que efectivamente «viajamos a los márgenes, para volver al centro»… Más comprometidos, seguramente… Con más ganas de trabajar por los más desfavorecidos. Con gafas nuevas, para mirar con nuevos ojos… a esas otras realidades que ni imaginábamos… Despiertos por haber sentido muchas emociones allá que tocaron nuestro corazón. Inquietos ante injusticias que hemos visto, tocado, escuchado…  Estremecidos ante una desnutrición infantil que te trastoca hasta el alma… Valorando la palabra, esa que algunos parece que no tienen derecho a usar con libertad. Muchos detalles para interiorizar y que no queremos olvidar…  Al contrario, queremos que nos ayuden cada día en nuestra vida.

Creo que de Rwanda, aunque te vayas, te quedas.

Hoy de momento, damos GRACIAS… Es lo que me sale del alma…

 

La salud lejos de la capital…

Cuando estamos en nuestras ciudades en España podemos ir al médico sin dificultad cuando surge algún problema de salud.

Vivir lejos de la capital en Rwanda significa que eso no será tan fácil. Te podrá ver un enfermero o enfermera en un Centro de Salud. Pero si necesitas algún médico, tendrás que viajar unas dos horas, estés más o menos bien, y «aguantar» la travesía hasta llegar al hospital de destino.

Si tienes un seguro privado o dinero, podrán atenderte rápidamente sin problema, recetarte tus medicinas y salir a comprarlas e ir a reponerte a casa. Pero… ¿y si no?

Bien sabemos que no hay nada como tener SALUD en la vida. Que maravillosa suerte tenerla y qué gran suerte poder cuidar de ella… Ojalá salud para todos y todas en todas partes…

Nos dice el ODS número 3: «SALUD Y BIENESTAR. Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.»

Qué importante es que este proceso se acelere. Un factor de riesgo de enfermedades infecciosas y mortalidad es la falta de servicios de agua apta para el consumo, saneamiento e higiene. Qué importante sería reducir las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria.

Un dato de las Naciones Unidas: si se destinaran 1000 millones de dólares a ampliar la cobertura vacunal contra la gripe, neumonía y otras enfermedades prevenibles, podríamos salvar la vida de 1 millón de niños cada año.

En todo esto, siempre los más vulnerables son las mujeres y los niños.

KARIT en sus proyectos sanitarios busca contribuir a lograr el ODS 3. Vivirlo y verlo en Rwanda, nos tiene que hacer trabajar cada vez más y mejor para influir en ese objetivo.

Porque tenemos los mismos derechos… Porque es básico para la vida.

 

foto centro salud_peso infantil

Celebrar la Fe

Ya desde España… pero no queremos dejar de compartir con vosotros/as alguna entrada que dejamos pendiente… 

Muchos ecos que resuenan… No los queremos dejar perder. 

 

La foto del día: UN  DOMINGO EN BUSOGO…

Día de Fiesta. Celebración especial… Misa larga… Incluye bodas, bautizos y otras celebraciones… Con gestos sencillos y humildes… Los niños atentos hasta el final. La música sentida y vivida… La llevan dentro. Cada canto, una fiesta… En las ofrendas, todos se acercan al altar y ofrecen lo que tienen. En la acción de gracias, todos cantan y bailan, un momento muy especial.

Tenemos MUCHO que aprender…

 

FOTO misa BUSOGO

Vivir en comunidad

Una de las partes más importantes de vivir una experiencia de voluntariado con Karit, es la suerte de poder vivir en comunidad. Siempre el  hecho de poder vivir con las Hermanas o Padres Carmelitas que nos acogen es algo de lo que estamos muy orgullosos y su testimonio va a ser algo que marque la vida del voluntario siempre…

De ahí nuestro agradecimiento a su generosidad y disponibilidad sin límites, desde antes de venir, durante nuestra estancia y, posteriormente… Es algo que queda para siempre.

Estos días hemos tenido la suerte de compartir vida diaria con las comunidades de Rilima, Busogo, Butare y Kagugu.

Ya Marta nos comentaba algo el otro día… sobre ese espíritu carmelita en esencia, en estado puro… Y es que, es verdad.

En la comunidad se respira alegría. Se respira sencillez. Se respira trabajo y dedicación. En los momentos de oración, se respira a Dios… pues dejarse llenar por el silencio o la oración compartida nos acerca a Él. O en algo tan sencillo como bendecir la mesa antes de comer, o dar gracias después, nos recuerda la sencillez de aquello de “hacer las cosas en presencia de Dios”.

En la comunidad también se respira austeridad… mucha austeridad, contraria justamente a ese “tener de todo” al que estamos acostumbrados en nuestras casas. Se puede vivir con tan poco… Quizás se aprende desde pequeños aquí, a cuidar las cosas, a no derrochar, a reciclarlo todo, a valorar… a valorar algo tan sencillo como un grifo de agua, o un médico cerca, o una mesa compartida entre todos, con “cuatro panes y dos peces” que se multiplican y sobra…

En la comunidad se respira trabajo y dedicación. Cada una tiene su tarea. No se para. Una cosa tras otra. Pero sin agobios. Cada cosa tiene su tiempo… ¿tiene su tiempo? ¿…Se lo damos nosotros?

Y es que hay tiempo para todo… Tiempo para trabajar y para descansar. Tiempo para reir y llorar. Tiempo para compartir. Tiempo para hablar y para escuchar. Tiempo para celebrar. Tiempo para hacer y tiempo para ser… Quizás si dedicáramos a cada cosa su tiempo, no vendrían tanto los agobios… Quizás si disfrutáramos de la sencillez de cada tarea, dejaríamos venir a la siguiente, sin anticiparla, sin ponernos nerviosos por lo que viene o puede venir… porque éste es el momento y la hora.

El testimonio de las Hermanas de Rwanda es un testimonio de generosidad, servicio y entrega. De estar pendiente, hasta en el más mínimo detalle, del que está a mi lado, del que tengo cerca… para que no le falte de nada, para que esté a gusto y sea feliz. Pero además, con mucha alegría y en fraternidad verdadera.

Y así, aprendemos cada día, con ellas, de ese “darse a los demás”… porque estamos llamados a ello, y porque te llena la vida.

Caminamos juntos… Crecemos juntos…

GRACIAS…. HERMANAS.

Volamos en unas horas…